Combate del 2 de mayo de 1866 (Contexto: España no aceptaba
la independencia)
En el año 2018 se celebra 152 años de una de las victorias
militares más importantes que ha tenido el Perú. Ocurrió en el callao el 2 de
mayo de 1866. El Perú no había cumplido ni 50 años de ser independiente, cuando
los españoles decidieron regresar a estas tierras para cobrar algunas deudas y
nosotros debíamos hacernos cargo de ese conflicto.
¿Por qué es importante el combate del 2 de mayo?
En primer lugar, se demostró que como nación, el Perú unido
logra grandes cosas, en segundo lugar, porque varias naciones de Sudamérica se
juntaron para defender en conjunto sus intereses y finalmente se fundan compañías
de bomberos los cuales hasta el día de hoy continúan sirviendo al pueblo
peruano. A continuación, contaré la historia de tal importante acontecimiento.
Con la victoria del 2 de mayo se consolida la independencia
del Perú, pero el costo económico que tuvo fue muy grande.
A mediados del siglo XXI el Perú vivía una etapa de bonanza
económica gracias a la venta del guano de las islas, conquistando ya no solo el
mercado europeo, sino también China y Estados Unidos, por ejemplo. Durante un
largo periodo, el comercio guanero fue controlado por casas comerciales
extranjeras, como es el caso de la Casa Británica Guiss, esto se interrumpió en
el año 1862 cuando el gobierno peruano promulgó una ley que daba preferencia a
los llamados hijos del país, es decir a los consignatarios nacionales quienes
recuperaron el manejo del lucrativo negocio.
Gracias a estos abundantes e importantes ingresos, la clase
media limeña revivió los antiguos fastos de la capital. Se gastó mucho en lujos
y ornato, se trajeron estatuas desde Europa, se instaló el alumbrado a gas y el
ferrocarril Lima - Callao.
En el contexto europeo España buscaba recuperar su estatus de
potencia. Una forma de hacerlo fue a través de intervenciones militares como la
ocupación de Marruecos y de El Cabo de San Juan en África occidental.
La corona española quería emular a las principales potencias
imperialistas europeas, como Inglaterra y Francia, que tenían presencia en
todos los continentes. Por ejemplo, desde 1862, Francia había sostenido la
aventura de Maximiliano en México.
Del mismo modo, España había ocupado Santo Domingo y
conservaba Cuba, Filipinas y algunas islas de Oceanía. En ese contexto, España
fijó los ojos en Sudamérica, allí donde se encontraban sus excolonias y en
donde ya Estados Unidos aparecía como una competencia poderosa.
En 1862, la corona española envió a las Casas Sudamericanas
algunos buques con el pretexto de una supuesta expedición científica. Sin
embargo, el verdadero objetivo era sentar presencia en este hemisferio como
estaban haciendo otras potencias de Europa, además los españoles querían
proteger los intereses de sus súbditos y de paso cobrar algunas deudas que
había generado el proceso de independencia.
Entre los hombres de ciencia enrolados en la flota española
destaca Marcos Jiménez De La Espada, consagrado más tarde americanista y famoso
recolector y editor de documentos coloniales. Estas intervenciones europeas en América
no eran bien vistas por Estados Unidos, potencia emergente que tras su cruenta
guerra civil buscaba de establecer su hegemonía en el continente. Los intereses
de España eran una gran molestia para los planes norteamericanos.
España quería establecer estaciones navales en las costas
sudamericanas con objetivos geopolíticos, ante las noticias de la partida de la
expedición española el presidente peruano de ese momento Miguel De San Román,
solicito facultades extraordinarias y autorización para reforzar la marina de
guerra, pero el congreso se las negó. Tras un periodo de paz interna conseguido
durante el segundo gobierno de Ramón Castila, el país volvió a caer en el desorden
caudillista.
La escuadra española en el pacífico estaba comandada por Luis
Hernández Pinzón, de quien se decía era descendiente de Cristóbal Colón. La altivez
de pinzón produjo un conflicto con las autoridades chilenas, por lo que fue
recibido fríamente en Valparaíso, de allí enrumbaron al Perú, arribando a las
costas del Callao en julio de 1863. Las naves anclaron dos semanas en el
puerto, durante las cuales Pinzón y sus oficiales fueron recibidos en los
salones de Lima. Era un caso singular, porque desde la guerra de la
independencia Perú y España no habían mantenido relaciones diplomáticas.
La escuadra española siguió su camino, pero un confuso
incidente la haría regresar al Perú. En la Hacienda Talambo ubicada cerca de
Chiclayo, residían 35 familias de origen vasco que trabajaban el cultivo de
algodón. Estos colonos sostenían duras tensiones con la población local, la
situación se desencadeno violentamente y en una gresca ocurrida en agosto de
1863, en la cual, perdieron la vida un colono español y un ciudadano peruano. El
juez encargado del caso, inculpo a varios colonos españoles por iniciar la
pelea. Lo ocurrido en Talambo fue inmediatamente explotado en contra de nuestro
país, en eso tuvo mucho que ver el funcionario español Eusebio Salazar & Masarredo.
A bordo de la expedición española se encontró el
controvertido diplomático Eusebio Salazar & Masarredo, quién se unió a la
expedición en Panamá, era un tipo con fama de entrometido, problemático e
incluso de enfermizo (se dice que sufría de epilepsia). Tras los incidentes de Talambo,
él encabezó un enérgico reclamo contra el Gobierno Peruano, para ello se
presentó como comisario especial (comisario real). Sin embargo, cuando éste
presento sus credenciales éstas fueron rechazadas por las autoridades peruanas
debido a que ser comisario especial tenía sentido en el Virreinato, y el Perú
ya era una República independiente.
Este rechazo puso frenético a Salazar, por lo que se acordó
con el Almirante Pinzon ocupar las islas de Chincha ya que estaban llenos de
guano. Y esto, por supuesto, fue un acto ofensivo y prepotente contra nuestro
país.
La cancillería peruana envió una nota a todos los gobiernos
de América comunicándoles el atentado a nuestra soberanía. La agresión estaba
consumada y la opinión pública reaccionó pidiendo guerra, la oposición política
compartió la indignación en el congreso, donde destacó la figura de Don Ramón Castilla.
Castilla fustigó duramente al congreso y pidió la
declaratoria de guerra a España, meses más tarde el viejo caudillo fue detenido
y desterrado al peñón de Gibraltar. Aparentemente el gobierno de Juan Antonio
Pezet (1863 - 1865) apostaba la vía
diplomática en su afán de recuperar las islas de Chincha (militarmente no
éramos disuasivos y probablemente era una derrota segura, lo que hace Pezet
transa en condición complicada la vía diplomática pero a su vez compra
armamento que lleva en el 1865 y 1866)
El país se encontraba indefenso, su escuadra era ínfima, el
ejército carecía de armamento y su artillería de piezas de grueso calibre. El
presidente Pezet, envió al coronel Bolognesi a Europa en busca de armamento. En
tanto Miguel Grau y otros marinos mandaron construir el Monitor Huáscar y la Fragata
Independencia en Inglaterra. También se adquirió dos naves a flote: La Unión y La
América.
Los buques de guerra blindados era una novedad en América. Aunque
ya habían probado su poderío en la guerra de Crimea y en la guerra de sucesión
de Norteamérica. Los blindados Huáscar e Independencia llegaron a aguas
peruanas cuando el Combate del Callao había concluido, pero serían luego
protagonistas en la Guerra con Chile
En diciembre de 1864 llegó el almirante José Manuel Pareja
para reemplazar a Hernández Pinzón, así mismo la flota española fue reforzada
con nuevas unidades entre ellas el poderoso blindado Numancia. Con semejante
presión entre nuestras costas el presidente Pezet empezó las negociaciones enviando
como representante peruano a Manuel Ignacio de Vivanco. Durante esos meses, Lima
era sede de un congreso americano que nuestra cancillería había convocado, y al
que asistieron representantes de países como Chile, Argentina y Colombia. Teniendo
a la flota española frente al callao y en actitud hostil, el gobierno firmó el
tratado Vivanco-Pareja el 27 de enero de 1865, a bordo de la fragata española Villa
de Madrid. Mediante este tratado el Perú se comprometía entre otras cosas a
pagar 3 millones de pesos como deuda externa española estipulada en una
cláusula de la capitulación de Ayacucho en 1824. España por su parte se
comprometía a abandonar las islas guaneras en Chincha, las cuales eran
fundamentales económicamente hablando para el presupuesto de la república.
Al leer las cláusulas del tratado Vivanco-Pareja se da cuenta
que es excesivamente concesivo en la medida que se ofrece el pago de la deuda
que tenía que asumir luego de la independencia con España. Por otro lado,
asumir todo lo que había gastado la escuadra española mientras había estado a
cargo de las islas, provocó indignación de manera legítima en buen sector de la
población peruana.
El tratado Vivanco-Pareja causó el rechazo generalizado del
país. Negocios españoles fueron apedreados e inició la revuelta popular contra
Pezet. Los ánimos se encontraban tan hostiles que un marinero español fue
asesinado en el Callao cuando paseaba por el puerto con un grupo de compañeros.
El rechazo de este
tratado fue liderado fundamentalmente por este movimiento restaurador que nace
en Arequipa con la revolución del coronel mariano Ignacio prado quien era
prefecto de ese lugar y quién encabezó la rebelión contra el gobierno de Pezet
en febrero de 1865.
La rebelión estalló en Arequipa y fue secundada por el marino
Lizardo Montero, quien puso a disposición de Mariano Ignacio Prado su buque. Los
rebeldes avanzaron hacia Lima y tomaron la ciudad. Pezet tuvo que renunciar y Mariano
Ignacio Prado asumió la presidencia.
Mientras que el país se encontraba convulsionado por la
guerra civil, la armada española se dirigió a las costas chilenas, su objetivo
era castigar a ese país. Chile enfrentaba la amenaza de la flota española debido
a que, la primera medida fue bloquear los principales puertos chilenos a la
armada dirigida por Pareja como reacción a la toma de las Islas de Chincha.
Chile prohíbe la entrada a sus puertos a los buques españoles y la venta de
carbón para los mismos. El estado Chileno le declaró la guerra a España. Chile
apoya a Perú evitando que las naves españolas puedan abastecerse en sus
puertos.
El principal problema de Chile en ese momento es que no contaba
con un poder naval lo suficientemente capaz para contrarrestar cualquier acción
de la escuadra española. Sin embargo, en noviembre de 1865, en una acción audaz
en el Combate de Papudo, la fragata chilena Esmeralda captura a la Cañonera
española Virgen de la Covadonga. Ante esta terrible pérdida el Almirante Pareja
se suicida y fue remplazado en el mando por el Almirante Gaston Méndez Núñez.
Mientras tanto, el gobierno peruano se organizaba para
enfrentar a España. Prado estableció que los ministerios se convirtieran en
secretarías. Llamó a un grupo de jóvenes político-liberales encabezado por José
Gálvez para ocuparlas. Éste último,
estaría a cargo de la secretaria de Guerra y Marina; José María Quimper
ocuparía la secretaría de Gobierno; Manuel Pardo, la de Hacienda y Toribio Pacheco,
la de Relaciones Exteriores. Se trataban de jóvenes ilustrados y respetados,
por eso se les brindó el nombre de “El gabinete de los talentos”.
Manuel Pardo se encargó de obtener recursos extraordinarios
para la guerra, Quimper tomó a su cargo el orden público, pero sin duda la
figura más importante de ese gabinete era quien lo presidia: José Gálvez.
El Perú le declaro la guerra a España en enero de 1866. Un
poco antes de diciembre del 1865, Prado había celebrado un tratado de alianza
con Chile para rechazar a los invasores, tratado al cual se adhirieron Ecuador
y Bolivia. De inmediato, el Perú desplegó su flota rumbo al sur para apoyar a
su aliado Chile que se encontraba amenazado por la armada española.
La flota aliada era inferior a la española, por lo que se evitó
un enfrentamiento directo y decisivo. El comando español envió un par de buques
a los archipiélagos del sur chileno para destruir a los aliados.
La escuadra aliada es estacionada en la zona de Chiroe,
frente a la Isla de Abtao. En aquel lugar es donde son sorprendidas por las
fragatas españolas: La Blanca y La Villa de Madrid. Se produce el combate naval
de abtao.
La guerra con España no produjo enfrentamientos militares de
gran envergadura, uno de sus pocos combates tuvo lugar en aguas chilenas en Abtao
el 7 de febrero de 1866. En esa ocasión, la escuadra peruana-chilena estuvo al
mando del Capitán Navío peruano Manuel Villar. Él se enfrentó a los buques
españoles, pero no fue un gran combate, se limitó al intercambio de algunos
cañonazos.
En Abtao, estuvo Miguel Grau al mando de la Corbeta Unión y
Arturo Prat al mando de la Covadonga que, después de haber peleado del mismo
bando se enfrentarán 13 años después en la Guerra del Pacifico.
La importancia del Combate de Abtao es que peruanos y
chilenos combatimos del mismo lado frente al enemigo extranjero. Habían pasado
más de 40 años desde la independencia y aun seguíamos siendo hermanos, ya que
no se había terminado de definir las identidades de cada nación.
El 31 de marzo de 1866, el mando español decidió castigar a
los chilenos bombardeando su puerto principal Valparaíso. Desde lo alto los
pobladores de Valparaíso fueron testigos de la destrucción de su puerto y
ciudad. El Almirante español fue tildado de “cobarde” por atacar un puerto indefenso.
Luego, Méndez Núñez junto a la flota española se dirigió rumbo al puerto del Callao,
haciendo un alto en la Isla San Lorenzo.
Ya teniendo todo listo el 1ero de mayo, los españoles
decidieron esperar debido a que el dos de mayo les recordaba el levantamiento
de Madrid contra las tropas invasoras de Napoleón en 1808. Los buques mercantes
ya se habían colocado fuera de la zona de combate, ese primer día de mayo
jóvenes limeños armados recorrieron las fortificaciones cantando efusivamente.
Entre los voluntarios se encontraba un valiente adolescente Leoncio Prado, hijo
del presidente Mariano Ignacio Prado. Las puertas de las casas del Callao
estaban cerradas, la ciudad embanderada, batallones esperaban cerca de los fuertes,
en caso los españoles intentaran un desembarco. Los bomberos limeños y chalacos
estaban concentrados al lado de los últimos edificios ubicados entre el Callao
y Bellavista.
La armada española estaba compuesta por seis fragatas, una
corbeta y algunos transportes (Almansa, Resolución, Blanca, Berenguela, Villa
Madrid, Numancia, Vencedora) y poseían aproximadamente 300 cañones. Del lado
peruano, se había armado baterías y reclutado gran cantidad de militares y
voluntarios. La mayoría de cañones habían sido adquiridos recientemente y los
artilleros no se habían podido adiestrar en su manejo. El secretario de guerra
José Gálvez era el organizador y director de la defensa.
Luego de la noticia del bombardeo de Valparaíso, ancianos,
mujeres y niños abandonaron el puerto del Callao. Sin embargo, el entusiasmo
por participar de su defensa era enorme y los voluntarios esperaron con toda la
expectativa. Llegaron voluntarios extranjeros dispuestos a luchar por el Perú,
la respuesta a esta convocatoria fue extraordinaria y sobrecogedora en toda la
población, no solamente en la chalaca. Destacamos el espíritu patriota del
pueblo peruano, ya que fue indescriptible.
Es en este contexto que se forma las compañías de bomberos en
el Callao, Bellavista, incluso de Ingleses, italianos, franceses, etc.
A las 11 de la mañana del 2 de mayo de 1866 la escuadra
española se dispuso a atacar el Callao tendida en una línea en forma de V, se
acercaron tanto a las costas que los contendientes se alcanzaban a ver y oí. El
combate se inició en todas las zonas a la vez, pero con resultados diversos: en
la zona norte, los buques españoles sufrieron daños y se retiraron en malas
condiciones. En el centro estaba el llamado Cañón del Pueblo, que había sido
armado por civiles un día antes del combate. El valor de este cañón es más simbólico
que efectivo, porque quedó inutilizado al inicio de la lucha.
En el centro de la defensa se encontraban los pequeños buques
dirigidos por el capitán de navío Lizardo Montero, en el sur las fuerzas
peruanas fueron muy castigadas debido a la participación del poderoso Numancia.
En esa zona se ubicaba el Torreón de La Merced, que no había sido terminada y
lucía como el esqueleto de una torre. El torreón estalló a las 12 del día, una
bomba alcanzo los sacos de pólvora que se habían amontonado como parapetos y
rápidamente el lugar se transformó en un polvorín. Allí murió José Gálvez,
quién se encontraba combatiendo, junto a 27 personas.
Se cuenta una anécdota de José Gálvez: Él le da una orden a
Ricardo Palma para transmitir si el Presidente Prado estaba en el área y en el camino
se da cuenta que la torre La Merced había explotado.
El cuerpo de Gálvez quedo medio carbonizado, Basadre escribió
que en su semblante se notaba cierta bravura con el que parecía desafiar a
nuestros enemigos. Allí también murió el primero bombero héroe del Perú Antonio
Alarco Espinosa.
A las 5 de la tarde cuando ya caía el sol se dio la orden de
suspender el fuego, a esa hora todavía los cañones del Fuerte Santa Rosa
disparaban sus últimos tiros contra el enemigo. El Combate duró aproximadamente
5 horas. Las destrucciones materiales en el callao se redujeron a la pérdida de
la torre La Merced, al desmonte de una batería y a unos cuantos incendios que
pronto fueron extinguidos. Afortunadamente la población sufrió muy pocos daños,
la alegría tras la jornada era indescriptible, solo comparables tras las
celebraciones de la batalla de Ayacucho.
Al final de la tarde los buques españoles se retiraron,
considerando que ellos habían cumplido con su misión y el pueblo peruano
también al cumplir con el rechazo al ataque. Es una batalla donde ambos lados
se atribuyen la victoria.
Los dirigidos por Méndez Núñez, creyeron haber cumplido su
deber y los buques españoles se dirigieron a la Isla San Lorenzo para reparar
sus daños, sanar a sus heridos y enterrar a sus muertos. No tardarían en
emprender el largo retorno a España, lo que implicaría dar la vuelta al mundo.
Cuando llegan a la Isla San Lorenzo se dividen en dos grupos,
uno que se dirige a Manila y otro grupo que regresa por la costa atlántica (sur)
y quedan a la espera de órdenes. Los muertos españoles en San Lorenzo, durante
la ocupación chilena de Lima fueron trasladados al cementerio Presbítero Maestro.
Es justo destacar que esta flota española combatió fuera de sus bases, su
estación más cercana se ubicaba en Manila (Filipinas), los marinos españoles
pasaron casi 4 años en mares sudamericanos. La retirada de Méndez Núñez por el Cabo
de Hornos en el invierno de 1866 estuvo plagada de calamidades, muchos de sus
hombres fueron víctimas de escorbuto.
En un desborde de entusiasmo por la victoria y el arribo de
los blindados Huáscar e Independencia, el presidente Prado planeó continuar la
guerra contra España liberando Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Esto nunca
ocurriría, la paz definitiva con España se firmaría en 1879 cuando los antiguos
aliados Perú y Chile luchaban en una guerra. Lo cierto es que el Combate del Callao
significo el rechazo a la flota española y nuestro orgullo y honor patriótico
se vieron fortalecidos.
La situación económica empeoró, el Perú queda muy endeudado por
los gastos militares, compra de buques, artillería, aprestamientos defensivos; además,
en la década siguiente (1870) se redujeron las ventas de guano y la crisis
impidió mantener el ritmo de una carrera armamentista.
Para los peruanos la gesta del 2 de mayo fue un triunfo
ejemplar e inobjetable, se ratificó la independencia gracias a la unidad
nacional y a la intensa participación cívica. En el siglo XIX después de la
batalla de Ayacucho el combate del 2 de mayo es la cumbre del patriotismo
peruano. Para Jorge Basadre aquella jornada fue como si el alma popular hubiese
escrito un canto épico. La unión fue la clave del éxito. Éxito debido a la
unión de fuerzas militares, autoridades, la sociedad e incluso extranjeros,
todos juntos luchando por la defensa del Perú.